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En torno al año 1140 Sancho Ansúrez y Domingo Gómez de Campdespina, dos nobles castellanos, que habían profesado en la abadía francesa de San Martín de Laón regresaron a Castilla en donde fundaron las dos primeras abadías premonstratenses españolas. Sancho Ansúrez, con la eficaz ayuda de su poderosa familia, fundó el monasterio de Santa María de Retuerta y Domingo Gómez de Campdespina el de Santa María de Monte Sacro, situado en la orilla derecha del Duero a unos dos kilómetros del emplazamiento actual del monasterio. Pocos años depués, en 1152, Alfonso VII confirmaba a la Iglesia de Santa María de Monte Sacro, a su abad Domingo y a sus sucesores la propiedad de "illo loco qui vocatur Vide", poniendo como condición que "ibi sub beati Augustini regula commorantes abbatiam constituatis". Las obras de construcción de la primitiva abadía duraron seis o siete años, según recoge alguna de las crónicas premonstratenses que se conservan en el archivo del monasterio, lo que permite suponer que alrededor de 1160 la comunidad de Monte Sacro se había instalado ya en el nuevo monasterio vitense.
la vid
burgos
monasterio de nuestra señora de la vid
Monasterio de Santa María de la Vid
La IGLESIA actual comenzó a construirse en 1522 bajo la dirección de los maestros Sebastíán de Oria, Pedro de Rasines y Juan de Vallejo; y fue costeada a partes iguales por el cardenal Mendoza y por su hermano el conde de Miranda. Conserva la bellísima imagen gótica de Santa María de la Vid, esculpida a finales de siglo XIII y que preside la capilla mayor desde un espléndido retablo renacentista, obra del entallador Antonio de Elejalde, ornado con pinturas napolitanas firmadas entre 1590 y 1592 por los artistas Fabrizio de Santa Fede, Domenico Nicenio, Wensel Cobergher, Giambatista Cavagna y Girolamo Imperatore. De la misma época son las rejas que dividen la iglesia, obra del oxomense Juan Rodríguez.
Avanzado el siglo XVII se realizaron los retablos laterales, los púlpitos y las esculturas situadas en las trompas de la cúpula. Ya en el siglo XVIII se culmina la iglesia con la construcción, entre 1723 y 1737, de los últimos tres cuerpos, el coro alto y la espadaña, en donde intervinieron varios arquitectos, destacando entre todos el trasmerano Diego de Horna.
En el fondo de la iglesia está situado el CORO donde la comunidad religiosa continúa hoy en día celebrando la liturgia. La sillería coral, obra de los maestros Antonio y Pedro de Quintana, realizada en 1665, es una obra de nogal concebida en dos pisos con 58 sitiales separados por columnas salomónicas. Las misericordias tienen motivos florales, zoológicos y elementos de la heráldica propia del monasterio. La silla del abad y la del piso inferior destacan sobre el resto del conjunto. En el sitial inferior, dentro de un marco acodillado, se encuentra un relieve representando la imposición del escapulario a San Norberto. En el respaldo abacial se situó una hornacina, flanqueada por tres pares de columnas salomónicas, que alberga una talla de San Norberto transformada en San Agustín desde 1865.
EL CLAUSTRO comenzó a construirse en 1517 ocupando el espacio del anterior claustro románico. De planta cuadrangular presenta dos pisos con siete tramos en cada panda. El bajo conserva gran parte de la estructura efectuada durante el siglo XVI , probablemente de forma simultánea a la capilla mayor. Las pandas están cubiertas con bóvedas estrelladas muy planas de amplias claves cuyos nervios descansan en cabezas de serafines.
El segundo piso se levantó de nueva planta en la segunda mitad del siglo XVIII sustituyendo al construido en el siglo XVI. Al exterior se abren siete ventanales formados por arcos de medio punto flanqueados por columnas y retropilastras jónicas. En las enjutas de los arcos se situó un amplio repertorio ornamental.
LA BIBLIOTECA, fue la última gran obra arquitectónica de la comunidad premonstratense. Situada encima del refectorio, se accede a ella a través de una puerta monumental situada en un vetíbulo cubierto por una bóveda rebajada. Traspasado el ingreso nos encontramos con una sala rectangular (32x7 metros), cubierta por bóveda de cañón de siete cuerpos con lunetos en los que se abren los ventanales que iluminan el local. La bóveda está decorada con símbolos abaciales propios del monasterio, rodeados de coronas formadas por palmas; en el centro, sobre fondo de rayos, el Espíritu Santo en forma de paloma simboliza la sabiduría divina a la cual está dedicada la biblioteca. Al fondo, presidiendo el conjunto, un lienzo de la Inmaculada flanqueado por pilastras jónicas y rematado por un frontón semicircular. Rodeando el salón se distribuye una rica estantería neoclásica que se adapta a la estructura arquitectónica y se distribuye en dos niveles a los que se accede por medio de cuatro escaleras interiores. Cuando el asombrado visitante da la vuelta para abandonar la biblioteca percibe que el lugar por donde hizo su entrada no se parece en nada al vestíbulo anterior; el frontón semicircular se ha transformado en un vano paladiano sustentado por pilastras jónicas pareadas y adornado con jarrones que se cubre con un arco casi triunfal. Con ello se ha revitalizado el interior en contraste con la sencillez exterior. se ha primado el ámbito privado al que acceden los iniciados a la sabiduría.
La sala principal del Museo se encuentra instalada en un local de 239 m2 que forma parte del conjunto de construcciones realizadas en el s. XVIII. Durante doscientos años fue despensa y graneros de la abadía. Se han respetado y restaurado todos los elementos arquitectónicos originales, destacando y potenciando las tres grandes arcadas centrales.
El acceso al Museo se realiza a través de un arco de medio punto desde el claustro principal, con lo que se encuentra dentro del recorrido habitual que realizan los visitantes de la casa. En el interior del local se ha creado un patio central que libera las arcadas y unas entreplantas a ambos lados a las que se accede por una escalera que distribuye con plataforma intermedia a media altura cada una de ellas. Los elementos arquitectónicos que se han introducido no afectan a la estructura original, pudiendo ser desmontados sin alteración de la obra antigua.